Es nuestro deber como padres y educadores evitar que nuestros jóvenes caigan en las trampas del fanatismo y el adoctrinamiento
¨El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes verdaderamente son.
José ”Pepe” Mujica
Por: Ing. Willy Villa, MEE, docente y educador
Del fanatismo político al irrespeto humano no hay mucho trecho, y más si nos damos cuenta del incipiente dominio emocional y la posesión académica primaria de la persona con quien debatimos un tema relacionado.
Es nuestro deber como buenos ciudadanos políticos y civilizados dejar un legado de buenas prácticas y admiración por la decencia a nuestros hijos, estudiantes, colaboradores, familiares y a todo ciudadano en general, para que se practique una política basada en la ecuanimidad y el raciocinio.
Practicar el buen manejo de las emociones al momento de referirse a algún político y acusarlo o degradarlo cual vil ladrón o escoria humana sin haber tenido el beneficio de un juicio legal y justo, es como sucumbir a la ira y estar manejado por las emociones.
Como ciudadanos políticos que somos es cierto que no debemos permanecer inertes ante la deshonestidad de algunos políticos, pero debemos recordar que no todos somos perfectos y que en algún tiempo esas mismas personas fueron o pudieron haber sido nuestros vecinos o amigos que en algún momento nos tendieron la mano, o son amigos de un muy buen amigo nuestro, o sus hijos haber sido compañeros de colegio de nuestros hijos, ¿acaso no nos enseña la humanidad, los libros sagrados, nuestros mentores, pastores, ministros de nuestras iglesias, a observar la viga en nuestro ojo antes que la paja en el ojo ajeno?
Es un deber magnifico e inalienable cumplir con nuestro papel de ciudadanos ejemplares, cumplir con nuestro deber cívico, denunciar con mucha prudencia lo mal hecho, ejercer el deber y el derecho del sufragio, cumplir con las normas no escritas que dentro de la prudencia nos asigna la sociedad, pero precisamente por eso hemos creado la Constitución, los justos procesos, y hemos contratado funcionarios con la responsabilidad y dentro de los límites de la decencia y la justicia someter oportunamente los actos deshonestos de uno de nuestros conciudadanos.
Luego de esto solo nos queda esperar los veredictos, los resultados, el fallo pronunciado por un jurado legal, competente y honesto, al cual debemos escuchar con mucha inteligencia emocional para no dejarnos llevar de nuestras pasiones, sea cual fuese el fallo justo o injusto, viciado o no, entonces sí y solo sí realizar los llamados correspondientes sea cual fuese nuestro interés particular sin faltar el respeto, sin injuriar la vida o las vidas de las personas juzgadas.
Pero ¿qué es el fanatismo?, palabra de interés en este documento: es la pasión o actividad manifestada de manera desmedida e irracional y tenaz de una religión, idea, teoría, cultura o sistemas de cosas. El fanático es aquel que se entusiasma o preocupa ciegamente por algo o alguien.
Según estudios clínicos científicos, desde una perspectiva psicológica, el fanático muestra un afecto apasionado e incondicional a una causa y un entusiasmo desmedido y persistente hacia determinados temas, de modo obstinado, indiscriminado y hasta violento.
En el aspecto ideológico, el fanático sugiere ideas y creencias extremas que superan la racionalidad. La ceguera que produce este síndrome puede llevar a la persona fanática a tomar acciones extremas y peligrosas como matar a seres humanos o encarcelarlos con el fin manifiesto de mantener sus creencias como la única verdad posible.
El fanatismo religioso es uno de los tipos de fanatismo que más escritos, estudios y crímenes ha generado a través de la historia humana. Genocidios, cruzadas, ejecuciones públicas, actos de terrorismo y la lista continúa, todo esto en nombre de la religión y hombres fanáticos irracionales.
¿Y qué podemos decir del fanatismo político?; una de las características del fanático político es la osadía de su fe, lo cual se traduce en una fidelidad inflexible, lo que lo lleva a estar siempre predispuesto a no escuchar las críticas y puntos de vista de los demás. El fanatismo político puede aparecer cuando la persona se vuelve incondicionalmente leal a una causa, idea o persona, lo que lo conduce a tomar actitudes extremas y mostrar hostilidad hacia los adversarios políticos.
No nos puede sorprender si de repente aparecen los que dicen que este tipo de conductas radicales traen efectos positivos, y son esos mismos los que sacan provecho a la mentalidad de los fanáticos que son utilizados para movilizar y dar vida a los partidos y movimientos políticos. No obstante, el fanatismo político tiene algo deseable para atraer a personas, y es la forma contundente y convincente al transmitir su mensaje, lo que hace que gane adeptos al dar a conocer sus ideologías.
Pero la realidad es que a los ciudadanos más cuerdos les toca supervisar todo este cautiverio emocional, es decir, hay que tenerlos vigilados bien de cerca ya que los enfrentamientos entre grupos partidistas con ideologías radicales distintas muchas veces ponen en riesgo la paz social, la seguridad ciudadana y la democracia. El fanatismo político nos lleva a la decadencia. Es un fenómeno peligroso que obstaculiza el diálogo, crea divisiones y ralentiza el debate democrático de la nación.
El principal mensaje que deseo transmitir principalmente a la juventud que aún permanece de espalda a los quehaceres políticos es que se debe respetar los puntos de vista de los que piensan diferente o tienen otras perspectivas de las cosas, que en algunos casos se debe al adoctrinamiento que han venido sufriendo por las embestidas de personas aprovechadas. La falta de tolerancia y respeto hacia quienes tienen ideales distintos a los nuestros contribuye a la creación de una sociedad dividida.
Otro punto negativo del fanatismo político que deseo destacar es que las personas fanáticas defienden tan ciegamente a sus líderes políticos o partidos que se olvidan de ofrecer y recibir una capacidad de discernimientos críticos y objetivos para evaluar y cuestionar las acciones de las políticas sociales que amerita la nación.
Les digo a los más jóvenes que están observando la situación política, que no es malo militar en un partido político o hacer vida política ya sea en tu comunidad o la universidad. Siempre es provechoso pertenecer a algún gremio profesional, académico, político, sindical, social, pro-ayuda a tu comunidad, escuela, iglesia u hospital. Esto nos ofrece un sentido de pertenencia como seres humanos que incluso muchos psicólogos aconsejan. Este sentido de pertenencia es un sentimiento de identidad que el individuo crea con la comunidad a la que pertenece para así alcanzar metas en beneficio de todos. En estas sociedades o gremios aprendemos a escuchar a los demás, a asimilar y respetar diferentes criterios de diferentes personas, aprendemos a tener sentido común, y lo más importante es que practicar estos pasatiempos políticos y sociales nos inocula contra el fanatismo.
Por último, les dejo este mensaje, también a los más jóvenes, para que tomen conciencia; el derecho al voto es un deber que nos corresponde, y dice la constitución en su Artículo 208: Ejercicio del sufragio. Es un derecho y un deber de ciudadanos y ciudadanas el ejercicio del sufragio para elegir a las autoridades del gobierno y para participar en referendos. El voto es personal, libre, directo y secreto. Nadie puede ser obligado o coaccionado, bajo ningún pretexto, en el ejercicio de su derecho al sufragio ni a revelar su voto.
Pero les digo y pregunto a ustedes, como jóvenes que son, ¿van a permitir que otras personas, con menos capacidades, tomen decisiones tan importantes por ustedes? Elegir el presidente de una nación es algo que se debe tomar muy en serio, están en juego muchas decisiones que los involucra a ustedes, por eso no permitan que una bandada de fanáticos se convierta en la mayoría de los votos, se tú también parte de la solución, haz que tu voto y tu voz crezcan para el beneficio de los tuyos y tu comunidad o gremio al que perteneces.
Ejercer el derecho al voto es más que un deber, si bien es cierto que no es obligatorio, pero es un compromiso mayor con nuestra propia familia, las decisiones que otros toman por nosotros, mañana nos afectarán a nosotros mismos.