SANTOS, Brasil (AP) — Cuarenta y cinco años después de que Pelé jugara su último partido, es difícil imaginar el fútbol moderno, o Brasil, sin él.
Geovana Sarmento, de 17 años, esperó en la fila de tres horas para ver su cuerpo en reposo en el estadio donde jugó la mayor parte de su carrera. Llegó con su padre, que vestía una camiseta de Brasil con el nombre de Pelé.
“Yo no soy del Santos, mi padre tampoco. Pero este tipo inventó la selección de Brasil. Hizo a Santos más fuerte, lo hizo grande, ¿cómo no respetarlo? Es una de las mejores personas de la historia, necesitábamos honrarlo”, dijo.
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