Por Dra. Marcia Castillo (neuróloga)
Foto: https://bitly.cx/aDrKF
Recuerdo la primera vez que apareció la ventanita «No soy un robot». Qué gracioso, pensé. Si algún tipo de sistema intentara hackearme, ¿acaso pondría: «Soy un robot»? ¡Umm!
El día que fallé rellenando un CAPTCHA, no sé si por distracción (para variar) o por incomprensión del comando, nuevamente me pareció gracioso. Pensé que quizás cohabitamos humanos y robots, como en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick.
Al inicio de esta historia, Rick le dice a su esposa que ajuste el Penfield para mejorar su ánimo, una consola automatizada y personal reguladora de emociones. Irán, últimamente, estaba algo depresiva, así que, luego de su tertulia virtual con sus amigas, pide consejos al Penfield para optimizar su humor y, finalmente, recalibra el botón de la consola.
Esto discurre en una distopía donde androides se hacen pasar por humanos, y humanos que necesitan a los androides. Pero todo se vuelve caótico debido al mal uso y sobreuso de la tecnología, y ahí se anuda el conflicto central de esta obra, pieza maestra creada por la mente convulsa y alucinada de Philip K. Dick. Algunos lo tildaron de loco, pero fueron más los que resaltaron su conciencia visionaria y preclara.
La ficción lanza una piedra, y la ciencia termina recogiéndola. El futuro construirá muros o tenderá puentes, pero el problema no es la ciencia, sino lo que los hombres hacen con ella.
Pero… sí lo vimos venir.
«Solo quiero quedarme dormido», «Quiero irme por un largo tiempo», «Necesito apagar todo», «Me duele vivir», «Estoy volviendo a casa».
Estas expresiones, en un contexto normal, significan literalmente lo que la persona dice. Sin embargo, si has estado cerca de alguien con un trastorno depresivo, si has tenido un ser querido en esa situación, o si posees conocimientos sanitarios, reconocerás en estas frases signos de alerta, como una ideación suicida. Intuirlo desde la teoría de la mente, la empatía y la cognición social es fundamental, porque somos seres humanos escuchando a otros seres humanos.
Los profesionales de la salud mental expresan cada vez más preocupación por el uso indiscriminado y sin asesoría de la IA en trastornos anímicos. Recientemente, la BBC publicó un artículo sobre este tema, a propósito del suicidio de un adolescente de 14 años que se obsesionó con un tipo de inteligencia artificial. En su conversación final con el chatbot, le dijo que estaba «volviendo a casa», y, supuestamente, este lo animó a que lo hiciera «lo antes posible».
Depresión y peligros potenciales del soporte aislado con IA
- Dependencia excesiva de la IA y aislamiento social
- Reemplazo de interacciones humanas: la IA puede generar una falsa sensación de conexión y comprensión, pero una dependencia excesiva de la tecnología puede terminar evitando o descuidando relaciones interpersonales y terapéuticas. El aislamiento se convierte en un factor de riesgo para la depresión.
- Disminución de habilidades sociales: interactuar constantemente con la IA merma la capacidad de desarrollar y mantener relaciones interpersonales saludables, dificultando la búsqueda de apoyo real posteriormente.
- Consejos genéricos sin personalización
- Diagnóstico impreciso: autodiagnosticarse o automedicarse con ayuda de la IA puede retrasar la búsqueda del tratamiento adecuado y agravar la condición.
- Riesgo de información sesgada, incorrecta o desactualizada.
- Falta de empatía y comprensión profunda
- Las respuestas automatizadas pueden emular empatía, pero carecen de emociones genuinas que un terapeuta o un amigo sí pueden ofrecer.
- Las respuestas impersonales pueden ser frustrantes o dolorosas para alguien ya vulnerable.
- La IA puede tener dificultades para detectar señales sutiles de angustia, cambios anímicos o analogías, como lo haría un profesional capacitado.
- El dilema ético de la manipulación emocional con IA
El uso de IA para influir en las emociones humanas con fines políticos o comerciales plantea serios dilemas éticos.
Usándola responsablemente, la IA puede coadyuvar en el tratamiento de la depresión. Sin embargo, conviene comprender sus peligros potenciales y utilizarla con cautela. Nunca reemplazará la atención profesional ni las relaciones interpersonales significativas. «La tecnología une mundos, pero solo el corazón une a los humanos».
P. D. Este artículo ha sido redactado con ayuda de inteligencia artificial.