Dra. Marcia Castillo
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«Las personas que acaban de perder a alguien tienen una mirada que quizás sólo reconozcan los que han visto esa mirada en su propio rostro. Yo la he visto en mí y ahora la veo en otros. Es una mirada de extrema vulnerabilidad, desnudez y sinceridad. Es la mirada de quien sale de la consulta del oftalmólogo con las pupilas dilatadas a la radiante luz del día, o la de quien suele llevar gafas y, de repente, le obligan a quitárselas. Las personas que han perdido a alguien parecen desnudas porque ellas mismas se creen invisibles.»
El año del pensamiento mágico es una obra aguda y tremenda, donde la escritora y periodista Joan Didion devela a viva piel su experiencia ante la pérdida repentina de John: la hecatombe, el dolor, la fragilidad humana. Porque esta mujer, además de ejercer su oficio con disciplina y dureza, era esposa y madre. Perder a su esposo frente a sus ojos fue como quedarse sin rumbo. Luego, paulatinamente, en una serie de catástrofes de salud, también perdió a su hija. Sentir que la vida o la muerte se ensañaban con ella, como ella misma escribiera, era dormirse y no querer despertar más. Era la viuda de John y tenía que cargar a cuestas con ese dolor que la taladraba y mostrarse fuerte para poder lidiar con las azarosas situaciones que también amenazaban con arrebatarle a su hija, Quintana. ¿Y cómo se llama una madre cuando se le muere el hijo?

La colombiana Piedad Bonnett también escribió sobre el duelo, en este caso más concretamente el de un hijo. En su novela Lo que no tiene nombre ofrece una honda reflexión sobre el duelo materno y el dolor que sobreviene tras perder un hijo. Aquí narra su experiencia personal tras la muerte de su hijo, quien se suicidó después de enfrentar por más de una década una condición psiquiátrica.

Con una narrativa personal y cercana, explora el vacío y la culpa que siente una madre con una pérdida tan devastadora. El duelo materno busca desesperadamente respuestas, necesita encontrar sentido a lo sucedido. Bonnett escribe con honestidad las etapas del duelo, que van desde la negación inicial hasta la aceptación, aunque esta nunca es completa.
Resalta la soledad que acompaña al duelo materno. A pesar de los otros, la herida es una experiencia profundamente personal y única que aísla de los demás. A lo largo de las páginas, Bonnett reflexiona sobre la dificultad de continuar con la vida cotidiana cuando una parte esencial de su vida ha desaparecido. Igual que Didion, cuenta que, a pesar de la compañía y la contención familiar, es un tránsito solitario. Perder un hijo es una amputación, y a tropezones aprendes a caminar de nuevo, pero jamás vuelves a ser el mismo.
Según la neurociencia, el vínculo que se genera entre una madre y un hijo provoca cambios neuroquímicos y estructurales durante el embarazo: algunos preparándose para la gestación y el parto, otros como mecanismos de alerta. Dicen algunos expertos que esos cambios permanecen de por vida. Una vez escuché que el puerperio dura toda la vida.
No tiene nombre perder un hijo, ni las emociones que sobrevienen posterior a la pérdida de esa extensión del padre. A pesar de que cada autora usa una narrativa diferente y unipersonal, como el mismo dolor, se hermanan con todos los que están luchando sus propias batallas por algo. Porque no hay psicofármacos o palabras para esto. Lo que siempre existirá, más allá del tiempo y de la muerte, es el amor que, como dijo el poeta: alumbra lo que perdura, convierte en milagro el barro…
El bálsamo para poder seguir pudiendo.

Dra. Marcia Castillo
Neuróloga / Especialista en Parkinson y movimientos anormales
Directora Médica / Fundación Dominicana contra el Mal de Parkinson
Gestora de proyectos, COGNITIVARD
@dra.marciacastillo | @fundoconedep | @cognitivard
Doctora en Neurología, investigadora en el área de neurociencias, miembro activa de la American Academy of Neurology y de International Parkinson and Movement Disorder Society (MDS-PAS). Es profesora adjunta de la cátedra de Neurogeriatría y Neurología en el Hospital Dr. Vinicio Calventi; directora médica de la Fundación Dominicana Contra El Mal de Parkinson y de CognitivaRD. Funge además como educadora en Salud de diferentes colectivos de pacientes.
Ha publicado numerosos textos en la revista Amigo del hogar, y es articulista invitada en diferentes periódicos de circulación nacional. Miembro además de la Unión Nacional de Escritores Dominicanos, conferencista invitada de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña y autora de los libros Solo voy por café (Cuentos, Editorial Santuario, 2018), Vasija rota (Poesía, Río de Oro Editores, 2021) y Recuérdame quién soy cuando no sepa dónde voy: Manual práctico dirigido a cuidadores de personas con Alzhéimer (Editora Búho, 2021). Ha presentado investigaciones en diversos congresos a nivel nacional e internacional.