LOS ÁNGELES (AP).— Bronny James se acercó al casillero de su padre y reprodujo el video telefónico que había tomado del momento más importante del martes por la noche. El nuevo rey de los anotadores de la NBA echó la cabeza hacia atrás con una carcajada rica y sonora cuando el audio reveló que Bronny había anticipado que la histórica canasta vendría con un tiro en salto desvanecido.
“Eso es difícil, eso es difícil”, dijo LeBron James. “Es gracioso.”
Para James, el mayor costo de casi dos décadas en la NBA es el tiempo familiar que extraña. Cuando alcanzó posiblemente el mayor hito individual de baloncesto de todos al superar el récord de anotaciones de la carrera de Kareem Abdul-Jabbar, la madre, la esposa y los tres hijos de James fueron testigos de la coronación.
Estaban justo al lado de la cancha en un edificio repleto de estrellas y fanáticos rugientes que se levantaban en oleadas de anticipación cada vez que tocaba la pelota.
James ha estado prosperando bajo una presión formidable durante toda su vida adulta, y esto no era nada que el Rey no pudiera manejar, aunque el hombre que dice que casi nunca llora tenía lágrimas en los ojos después de hacer historia con ese ágil paso atrás en el tiro. tercer cuarto.
“Tuve un momento en que sucedió, y abracé ese momento”, dijo James después. “Ver a mi familia y amigos, la gente que ha estado a mi alrededor desde que comencé este viaje a la NBA, definitivamente muy emotivo allí mismo. Sólo un niño de un pequeño pueblo de Ohio. Tuve un momento allí, pero no creo que realmente me haya impactado, lo que acaba de suceder”.
Cuando James superó el récord de Abdul-Jabbar con 38.387 puntos, una multitud que había rugido por cada una de sus canastas se volvió la más loca de todas.
“Muchas personas querían que fuera al skyhook para romper el récord, o uno de los mates característicos”, dijo James con una sonrisa. “Pero el desvanecimiento también es una jugada característica”.
La multitud de Los Ángeles gritó y pisoteó con cada punto mientras James avanzaba constantemente hacia la marca mantenida desde abril de 1984 por Abdul-Jabbar, quien vio el juego desde un asiento cerca de la banca de Los Ángeles.
Con cuatro anillos de campeonato y casi todos los demás honores disponibles para un jugador de baloncesto, James, de 38 años, se acercó a este próximo momento en la historia con la confianza de un jugador que ha sido incluso mejor de lo que cualquiera podría haber esperado hace dos décadas cuando el chico de Akron, Ohio, llegó a la NBA.
“Las expectativas estaban en Plutón, y siguió adelante y creó su propia galaxia”, dijo el entrenador de los Lakers, Darvin Ham, antes de la derrota de su equipo por 133-130 ante el Oklahoma City Thunder.
La multitud estaba en sus asientos mucho antes de lo normal en Los Ángeles, y James recibió numerosas ovaciones antes de que los Lakers y el Thunder se pusieran en marcha. Los fanáticos de los Lakers acudieron en masa para tener la oportunidad de ver un logro único en una generación, con boletos por miles en el mercado secundario.
El momento fue irresistible para fanáticos como Aaron Sanchez, uno de los cientos de fieles de los Lakers vestidos con camisetas que se turnaban pacientemente para posar frente a la estatua de Abdul-Jabbar que se encuentra en la plaza frente al estadio de los Lakers en el centro.
Sánchez comparte un juego de dos boletos de temporada con algunos amigos y familiares, y ya tenía los asientos para el partido del martes meses antes de que nadie pudiera predecir el día mágico. Rechazó la oferta de un amigo de $200 para intercambiar los asientos del Thunder, pero sabía que no tendría suerte si James esperaba hasta el jueves para romper el récord, ya que esos boletos pertenecen a otro amigo.
